La economía mundial se sumerge cada vez más en una crisis lastrada por la inflación y ahora el pánico de una debacle bancaria. Sin embargo, los empresarios salvadoreños no prevén que haya un “contagio” en el sistema nacional, mientras que los economistas advierten a las familias que 2023 probablemente será un año “peor”.
El pánico en los mercados se originó después de la quiebra de tres bancos regionales en Estados Unidos en una semana, que pronto se contagió al sistema suizo donde Credit Suisse, con 126 años de experiencia, colapsó y tuvo que ser adquirido por su competidor UBS.
Esta crisis no tomó por sorpresa pues era de esperarse después de los ajustes en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed, banco central) de EE. UU. para frenar la inflación y regresar a 2 %, el porcentaje considerado sano para la primera economía del mundo.
Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central de Reserva (BCR), reconoció que es inédita la “rapidez” de las salidas de capital de los bancos estadounidenses, derivado principalmente por el uso de tecnologías que permitió a los usuarios sacar sus depósitos y puso en jaque la estabilidad.
Mientras que la Fed considera que la “amplitud de los efectos es incierta”, los empresarios salvadoreños se muestran con cautela y no esperan un “contagio”.
“El sistema bancario salvadoreño es bastante fuerte, muy robusto y se encuentra bastante fondeado”, señaló ayer Jorge Hasbún, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (Camarasal).
Los datos al cierre de 2022 confirman que el sistema bancario se mantuvo como una columna clave de la economía, con un crecimiento récord de la cartera de préstamos de $1,447 millones (un 10.2 %), aunque los depósitos se moderaron después de picos por la pandemia a $522.5 millones (3.3 %).